Amazon y Google acaban de matar a sus asistentes de voz

Esta semana, Amazon y Google han protagonizado un inusual enfrentamiento directo al lanzar sus nuevas generaciones de dispositivos inteligentes el mismo día, marcando un hito en la evolución de los asistentes de voz. Mientras Amazon presentaba el Echo Dot Max, el Echo Studio, el Echo Show 8 y el Echo Show 11, Google respondía con su nueva línea Nest: la Nest Cam, el Nest Doorbell, un altavoz inteligente renovado y una versión actualizada de la app Google Home. Más allá de las especificaciones técnicas, esta sincronización no es casualidad: es un claro indicio de que ambos gigantes están redefiniendo por completo el propósito de sus asistentes domésticos.
El fin de una era y el nacimiento de una nueva IA conversacional
Desde la irrupción de ChatGPT en noviembre de 2022, las expectativas sobre lo que puede hacer una inteligencia artificial han cambiado radicalmente. Lo que antes era un asistente capaz de encender luces o reproducir música ahora debe poder mantener conversaciones naturales, anticipar necesidades y gestionar automatizaciones complejas. Alexa y Google Assistant, tal como los conocíamos, han quedado obsoletos. Amazon y Google lo saben, y por eso han decidido enterrarlos simbólicamente para dar paso a sus versiones impulsadas por modelos de lenguaje avanzados: Alexa+ y Gemini for Home, respectivamente.
La diferencia ya no está en la calidad del sonido o en la resolución de la pantalla. Ahora se trata de contexto, comprensión y utilidad. Por ejemplo, en lugar de notificar "se detectó movimiento en la puerta", el sistema anuncia "Amazon dejó un paquete en la entrada". Es un salto de lo técnico a lo humano: interpretar intenciones, no solo registrar eventos. Las cámaras ya no solo vigilan, sino que entienden lo que ven. Las rutinas ya no se programan con pasos rígidos, sino que se crean con comandos de voz naturales como "cuando llegue el repartidor, dime que abra la puerta trasera".

El nuevo costo de la inteligencia en el hogar
- Estos avances, sin embargo, no son gratuitos. Amazon ofrece un plan básico por 10 dólares mensuales y uno completo por 20.
- Google también apuesta por suscripciones, convirtiendo el hogar inteligente en un servicio recurrente, no solo un producto de una sola compra.
- El hardware ya no es el centro de ingresos, sino la entrada a un ecosistema sostenido por la IA.
Esta estrategia responde a una realidad técnica: los costes de operar modelos de lenguaje a gran escala son elevadísimos. La inferencia en tiempo real exige enormes recursos computacionales, y esos costes deben trasladarse al usuario final. Así, la inteligencia artificial se convierte en un nuevo criterio de segmentación: quien paga, obtiene acceso a una experiencia premium; quien no, se queda con un dispositivo cada vez más limitado, casi arqueológico en comparación.

El largoplacismo de Siri y el retraso de Apple
Mientras tanto, Apple observa desde la retaguardia. Siri, su asistente de voz, sigue siendo una versión del pasado: limitado, poco evolucionado y funcional solo para tareas básicas. Aunque ha integrado de forma puntual ChatGPT como apoyo en ciertas consultas, no ha anunciado un rediseño integral para HomePod ni un asistente de próxima generación. Su enfoque sigue centrado en iPhone, iPad y Mac, dejando el hogar inteligente en segundo plano. La pregunta que muchos se hacen es si cuando Apple finalmente dé el paso, aún habrá espacio en el mercado o ya se habrá quedado atrás.

La industria ha cambiado. Los usuarios que han probado conversaciones reales con IA no pueden volver a conformarse con respuestas mecánicas. Pedir el clima o reproducir música ya no es lo que define a un dispositivo inteligente. La exigencia es mayor: se espera contexto, memoria, adaptación. En ese sentido, los asistentes pre-ChatGPT han muerto. Amazon y Google no solo lo han reconocido: han convocado al entierro, han pronunciado el elogio fúnebre y ya están construyendo lo que viene después. Ahora queda por ver quién está dispuesto a pagar por ello, y quién, simplemente, seguirá usando altavoces como si fueran microondas: útiles, pero invisibles.
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